Conducción autónoma en Londres: un paseo en el coche autónomo de Wayve

19

La llegada de los vehículos autónomos al Reino Unido parecía lejana hasta que recientemente se realizó una prueba del vehículo autónomo de Wayve por el norte de Londres. Con planes para realizar pruebas de robotaxi de nivel 4 en asociación con Uber para 2026 y un potencial de implementación más amplio para 2027, la tecnología avanza más rápido de lo que muchos esperaban. Waymo de Alphabet también está mirando a Londres, lo que indica un cambio potencial en el panorama del transporte de la ciudad.

Londres, sin embargo, presenta desafíos únicos para los vehículos autónomos. Sus calles estrechas y sinuosas, diseñadas para carruajes tirados por caballos, están muy lejos de las cuadrículas planificadas de las ciudades modernas. Obstáculos como baches, autos estacionados y peatones impredecibles dificultan la navegación, agravados por conductores agresivos, ciclistas e incluso caballos militares rebeldes. El escepticismo público también es alto: las encuestas sitúan al Reino Unido entre las naciones que más desconfían de la tecnología de conducción autónoma.

Wayve, fundada en 2017, opera desde una modesta sede similar a un almacén en King’s Cross. A diferencia de los diseños futuristas de algunos vehículos autónomos, la flota de Ford Mustang Mach-Es de Wayve parece convencional, con solo una pequeña caja de sensores sobre el parabrisas que delata sus capacidades de conducción autónoma. El interior incluye un botón de parada de emergencia prominente, un requisito legal para la anulación humana.

El viaje de prueba superó las expectativas, ya que el coche recorrió las calles de Londres con una competencia sorprendente. Cedió el paso a los vehículos de reparto, redujo la velocidad para los ciclistas e incluso evitó a los peatones que ignoraban los cruces peatonales. Sin embargo, el viaje no fue sencillo y careció de la calma etérea de la experiencia de Waymo en San Francisco. Wayve conducía con más vacilación, como un conductor recién autorizado, deteniéndose en las intersecciones y permitiendo que otros vehículos se adelantaran.

Esta vacilación es intencional. Wayve emplea un modelo de IA de extremo a extremo que imita la conducción humana en lugar de depender de mapas detallados y reglas rígidas. A diferencia de Waymo, que funciona como una máquina, Wayve se adapta a situaciones impredecibles de forma más fluida. El coche superó obras en la carretera, conductores principiantes e incluso un peatón ciego con un bastón, ajustando su rumbo sin dudarlo.

El enfoque de Wayve le permite implementar su tecnología en ciudades desconocidas sin un mapeo extenso, como se demostró en pruebas recientes en las Tierras Altas de Escocia. La compañía está llevando a cabo un “roadshow” de IA en 500 ciudades de todo el mundo, probando su adaptabilidad en condiciones del mundo real. Esto contrasta marcadamente con los conductores de taxis negros de Londres, que deben memorizar miles de calles para aprobar el examen “The Knowledge”.

La prueba puso de manifiesto una sorprendente aceptación de la autonomía. Al final, la mente dejó de preguntarse quién conducía. El único recordatorio de la transición fue el estridente timbre que indicaba el control humano. La versión londinense de conducción autónoma de Wayve es más tosca, menos ciencia ficción y más humana. Y quizás ese sea exactamente el punto.